sábado, 27 de febrero de 2010

Se busca diputada con ganas de bronce

Simone Veil es una política francesa que fue la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo, justo cuando el Parlamento comenzó a ser electo por sufragio universal en 1979. Y no era para menos.

Gracias a haber promovido desde su puesto de Ministra de Salud en el gobierno de Valéry Giscard d'Estaing una ley de lo más necesaria, Simone Veil se había convertido en la política más popular de Francia y no había político que le pudiera hacer sombra dans toute la France. En esas elecciones europeas de 1979, Simone barrió a Miterrand, Marchais y Chirac. Cinco años más tarde, en 1984, volvió a ser reelecta, esta vez con 43% de los votos, dejando muy atrás a Jospin.

La ley que había promovido, presentado y defendido Simone Veil era nada menos que la Ley de Derecho al Aborto y lo hizo con un discurso magnífico delante de la Asamblea Nacional el 26 de noviembre de 1974, hace ya más de 35 años. La ley fue votada el 20 de diciembre del mismo año – por 277 votos a favor y 192 en contra en la Asamblea y 185 votos a favor y 88 en contra en el Senado – y promulgada el 17 de enero de 1975. Desde ese momento, las mujeres francesas tienen derecho a decidir libremente si quieren convertirse en madres o no, derecho del que carecen las mujeres argentinas junto con el resto de sus hermanas latinoamericanas.

El proceso que llevó a la despenalización del aborto en Francia es muy interesante, ya que el proyecto de ley es presentado por un gobierno de derecha, apoyado por el presidente, rechazado por dos tercios de ese gobierno y apoyado unánimemente por la oposición gauchiste. Una manera de mostrar que, a veces, se pueden hacer leyes de maneras poco tradicionales cuando existe la voluntad política de interpretar y proteger las necesidades de los grupos más vulnerables de la sociedad.

La situación en la Francia de 1974 era muy parecida a la de la Argentina de 2010. El aborto estaba penalizado por una ley de 1920 que prohibía el aborto, la contracepción y la difusión de información anticonceptiva y otra de 1923 que convertía al aborto en delito y castigaba penalmente a los que practicaban abortos y a las mujeres que abortaban. Sin embargo, elles sont 300.000 chaque année, como dijo Simone Veil en su discurso. Había 300.000 abortos ilegales al año.

La argumentación de Simone Veil sigue dos grandes ejes, donde uno pasa por el rol del Estado y el otro por los derechos de las mujeres. Con respecto al rol del Estado dice que la situación en ese momento era "mala", "deplorable" y "dramática". La distancia entre la realidad y la ley era tan grande que se estaba poniendo en discusión el respeto de la ciudadanía por las leyes y, en consecuencia, el mismo rol del Estado. Tener una ley que solo existe para ser violada consecuentemente es abandonar la creencia en que las leyes sirven para regular nuestra vida en sociedad, lo que para ella era "una situación de desorden y anarquía que no puede continuar". Pero ¿por qué no reprimir, castigar y prohibir en lugar de despenalizar? Y entonces, cuando introduce los derechos de las mujeres, Simone Veil deja claro que ninguna mujer piensa que abortar sea divertido, que para todas las mujeres encontrarse embarazada sin desearlo es y será siempre dramático. Y que en esa situación de angustia, desesperación y soledad, la mujer determinada a abortar lo hará aun aunque esté prohibido y aún en condiciones tales que conlleven un riesgo para su propia vida. Una ley de despenalización del aborto, entonces, consigue congeniar la realidad de las mujeres con la lógica de  la acción del Estado.

Los últimos casos que se han hecho públicos en Argentina demuestran que hay un gran vacío legal que desprotege a las mujeres, que hay fuerzas horriblemente oscurantistas que impiden hasta que se cumpla la pobre legislación que rige actualmente o tergiversan su sentido, y que es más necesario que nunca y urgentísimo que se legisle de una vez para que las mujeres argentinas logren, por fin, alcanzar los mismos derechos que consiguieron las francesas hace 'apenas' 35 años.

Margarita, Lilita, María Luisa ¿Cuál de ustedes tendrá el coraje, la visión y la ambición de convertirse en la Simone Veil de nuestra historia?

202 comentarios:

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Utz Schmidl dijo...

0.33,

mi impresión es que eso de determinar cuando el embrión se hace persona, es medio imposible. Siempre habrá objeciones de un lado o el otro.
La impresión que me dá, y lo digo sin ninguna ironía, es que este asunto se resolvió bastante más arriba cuando se mencionó la eutanasia.
Creo que el tema es más o menos así: hay casos en que el dolor humano, tangible, visible, es tan desgarrador, que para algunos (no me incluyo, pero entiendo la situación), cualquier medida de alivio de ese dolor horroroso, es bienvenida. Aunque esa medida implique acabar con una vida humana. Eso es la eutanasia. Y creo que conceptualmente, se aplica también al aborto. La definición de qué día un embrión pasa a ser un nene, me parece que es un legalismo que está en la superficie, pero no en el fondo de los corazones de la gente que tiene que tomar su decisión personal. El fin que se busca es mitigar un dolor insoportable, presente o futuro. Y se acepta el medio, por duro que este sea.

Ana C. dijo...

Estuvo muy sabio ese último comentario.

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