domingo, 1 de junio de 2014

Acuerdo con el Club de París - La cadena del odio y del desánimo - Una reflexión

Seguramente ya todos leyeron y disfrutaron estas fantásticas frases que nos muestran a los econochantas en estado natural. Además de divertirnos un rato al ver la cantidad de sandeces que mis colegas pueden llegar a decir, les propongo que reflexionemos un rato sobre un tema central en esta decada ganada: la conducción de la política económica ha estado siempre en manos de Nestor, primero, y de Cristrina, después.

La lectura de los dichos de mis colegas son un buen ejercicio para entender como piensan los economistas profesionales. Nuestra formación se basa en enseñarnos a entender como se deben tomar decisiones cuando se enfrentan restricciones. De eso se trata básicamente el estudio de la teoría económica. Esta formación es muy útil pero sin embargo tiene consecuencias no deseadas sobre la forma de pensar de los economistas.

Una de mis frases favoritas es la que dice "un economista jamás puede ser un  líder positivo porque su cabeza esta formateada para identificar restricciones y no para crear oportunidades", de la que soy su autor. Y que para entender el punto debemos debemos combinar con esta otra que dice "La política es el arte de hacer posible lo deseable"

Lo que intento decir es que la clave en la exitosa negociación con el Club de París estuvo en que la dirección estratégica la llevó a cabo nuestra presidenta y las gestiones las realizaron un grupo de economistas que además de buena formación tiene un plus extra para ser funcionarios: su doble condición de técnicos y militantes.   

Ahora, repasen las frases de los econochantas, los perioditruchos y los politicos opositores y pasen un buen momento. Feliz domingo para todos y todas.



1 comentario:

Peje dijo...

Creo que en "la creación de lo posible" el feinmann decente decía que nosotros tenemos a la política, mientras que la economía nos tiene a nosotros.Modificar los criterios de negociación tradicional con los dueños de la torta es una decisión eminentemente política, que parte de una concepción identitaria donde el respeto a la soberanía nacional es un condicionante para la aceptación de las restricciones propias de las disputas por espacios económicos.El valor no pasa por acordar sino por acordar quedándose con el cincuenta por ciento más importante, como dijo alguna vez alguien que de esto sabía.Y para saber que parte es la más importante el interés nacional es la única herramienta a considerar.

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