Muy divertida la discusión que tengo con mis co-bloggers sobre cómo frenar la inflación. En realidad, uno de los grandes desafíos de los economistas argentinos desde que yo tengo memoria fue siempre cómo hacer planes antiinflacionarios que consiguieran bajar la inflación sin tener efectos demasiado negativos sobre el nivel de actividad y de empleo.
Tampoco es que sea una exclusividad de los economistas argentinos, hay que reconocerlo, ya que es una discusión que se tuvo en todos los países donde la inflación estuvo más alta de lo recomendable cada vez que se quiso bajar. Como es obvio que para bajar la inflación hay que hacer políticas monetarias y fiscales relativamente contractivas, si sólo se hicieran ese tipo de políticas los efectos sobre el nivel de actividad real serían bastante desagradables.
La solución al dilema también viene por el lado de la causa. En los países con graves tensiones distributivas, como la Argentina, uno de los orígenes de la inflación es la puja distributiva entre los asalariados y los empresarios, así que para mitigar los efectos negativos del ajuste, lo más lógico es hacer acuerdos de precios y salarios, algo que también se conoce como políticas de ingresos.
Este tipo de acuerdos consigue establecer un sendero de crecimiento descendente de los precios y los salarios hasta llegar a un nivel de inflación aceptable. Lo bueno del sendero, además, es que puede ser lo suficientemente largo como para que el proceso permita ir haciendo reformas estructurales que relajen las restricciones por el lado de la oferta y además crea un espacio donde discutir de forma más ordenada el tema distributivo.
Es cierto que para eso necesitás una muñeca política bastante mejor que la de Moreno, pero bueno.
En este blog pretendemos compartir con ustedes nuestros pensamientos sobre finanzas públicas, economía política, politica económica y politica, aclarando como principio que las delimitaciones entre las mencionadas ramas del conocimiento no serán respetadas.
Mostrando las entradas con la etiqueta inflación. Mostrar todas las entradas
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lunes, 8 de noviembre de 2010
viernes, 5 de marzo de 2010
Duda existencial
Después de leer esto, me pregunto si a lo mejor todos los años que yo llevo dedicándome a estas cosas de la Economía no me han servido para nada y ni siquiera aprendí lo más elemental. Miren lo que dice Ana María Edwin, directora del Indec:
"De otra parte resulta sorprendente que una persona que ocupa tan importante cargo, con la responsabilidad social que ello implica, no sólo se presta a confundir a la opinión pública, sino que demuestra un alto grado de desconocimiento al equiparar el Índice de Precios al Consumidor que genera este organismo con la medida de inflación" ya que "ambos indicadores no son equivalentes ni miden los mismos precios"
Así que me pregunto y les pregunto ¿Existe una medida de inflación mejor que el IPC? ¿Cuál es ese indicador que mide la inflación mejor que el IPC?
"De otra parte resulta sorprendente que una persona que ocupa tan importante cargo, con la responsabilidad social que ello implica, no sólo se presta a confundir a la opinión pública, sino que demuestra un alto grado de desconocimiento al equiparar el Índice de Precios al Consumidor que genera este organismo con la medida de inflación" ya que "ambos indicadores no son equivalentes ni miden los mismos precios"
Así que me pregunto y les pregunto ¿Existe una medida de inflación mejor que el IPC? ¿Cuál es ese indicador que mide la inflación mejor que el IPC?
viernes, 19 de febrero de 2010
Cómo se baja la inflación
Los economistas que nacieron de los '70 en adelante parece que fueran europeos o norteamericanos. Al no haberlo vivido en su máximo esplendor, da la impresión que no tuvieran una visión completa del fenómeno inflación. Por el contrario, los que estudiamos economía en los '80 no pensábamos en otra cosa por ese entonces. Yo hasta le he dedicado meditaciones infantiles a la inflación del Rodrigazo, por ejemplo, y aseguraría que fue eso lo que signó mi vocación por la economía. Como El del 0.33% dice que nadie tiene una propuesta para bajar la inflación, le voy a presentar una.
La inflación se baja muy fácil. Se necesita una combinación de tres políticas. Política monetaria, política fiscal y políticas de ingresos.
La política monetaria no debe dejar que los agregados monetarios crezcan más que el PIB nominal e intentar que el tipo de cambio nominal se mantenga estable y el tipo de cambio real apenas por encima del equilibrio.
La política fiscal debe ser contracíclica, cuidando siempre de mantener un superávit estructural en torno al 1%-1,5%. El financiamiento del gasto público vía Banco Central debe estar completamente cerrado.
La política de ingresos debe basarse en un gran acuerdo social para negociar el sendero de crecimiento de precios, salarios y tarifas en el mediano plazo, esto es, en los próximos 3 a 5 años.
Con eso, bajás la inflación del 25% actual a algo menos de 10% a partir del momento en que se inicia el plan.
Para pulir los detalles, hablen con Frenkel.
La inflación se baja muy fácil. Se necesita una combinación de tres políticas. Política monetaria, política fiscal y políticas de ingresos.
La política monetaria no debe dejar que los agregados monetarios crezcan más que el PIB nominal e intentar que el tipo de cambio nominal se mantenga estable y el tipo de cambio real apenas por encima del equilibrio.
La política fiscal debe ser contracíclica, cuidando siempre de mantener un superávit estructural en torno al 1%-1,5%. El financiamiento del gasto público vía Banco Central debe estar completamente cerrado.
La política de ingresos debe basarse en un gran acuerdo social para negociar el sendero de crecimiento de precios, salarios y tarifas en el mediano plazo, esto es, en los próximos 3 a 5 años.
Con eso, bajás la inflación del 25% actual a algo menos de 10% a partir del momento en que se inicia el plan.
Para pulir los detalles, hablen con Frenkel.
domingo, 18 de enero de 2009
¿Es el BCE fundamentalista?
Leyendo El Cronista me encontré dos artículos interesantes. Uno de Miguel Kiguel, que hace un análisis de lo más moderado y realista de la situación argentina (pero seguro que es un neoliberal cualunque) y otro de un señor que no conozco que, más pedante que la que suscribe, se puso a criticar la política monetaria de uno de los Bancos Centrales con más capacidad técnica del planeta. Mande CV a ver qué le dicen.
El artículo dice que la política monetaria del BCE es "fundamentalista", una palabra que ya hemos usado anteriormente en este blog para referirnos a lo mismo. El argumento es un poco el mismo que el de El del 0,33% que dice que el BCE mantuvo las tasas demasiado altas demasiado tiempo, pero este señor dice además que eso alimentó la recesión más de lo necesario.
Que a esta señora le encanta el fundamentalismo monetario no debe ser ninguna novedad para nadie a esta altura. Yo me hice grande en una Argentina hiperinflacionaria y odio la inflación. Así que me gusta bastante un banco central que se encargue de resguardar el valor de la moneda y listo. Pero además, en las Europas, eso fue una decisión política y refrendada por todos los países. La independencia del BCE y la tarea de encargarse específicamente de la inflación está escrita, y bien escrita, en el Tratado de la Unión Europea. El banco debe encargarse de mantener la inflación alrededor del 2% anual y después, si le queda margen, ocuparse del nivel de actividad. Punto. Si no lo hace, el Parlamento Europeo, que es el órgano que lo controla, lo reta.
Del nivel de actividad no se encarga la política monetaria, se encargan la política fiscal, si hay espacio, y especialmente las políticas estructurales.
Ahora, volvamos específicamente a la situación actual. Luis Palma Cané parece olvidarse del gran dilema en el que se encontraba el BCE en el 2008. Inflación alta con bajo crecimiento. En el mes de julio la inflación era del 4% anual. Es posible que a un señor argentino 4% le parezca una risa, pero en las Europas se la toman bastante a la tremenda. La inflación tiene efectos graves sobre la pobreza, y la inflación del último período era una especialmente regresiva. Le pegó fuertísimo al ingreso de los más pobres que son los que más gastan en alimentos y energía, y el golpe se vio más claro en los países más pobres, Bulgaria, Rumania y los Bálticos, donde los alimentos también tienen un mayor peso en la canasta. Así que mantener la inflación baja no parece malo por ese lado. La filosofía detrás de la independencia del BCE no es, como mucha gente parece creer, imponerle a la gente las decisiones de un grupo de tecnócratas insensibles sometidos a los dictados del mercado financiero. La filosofía es mantener el poder adquisitivo de la gente y contribuir al crecimiento económico con una moneda estable. La inflación no es buena para el crecimiento ni para el empleo, señores, a ver si lo reconocemos de una vez.
Vayamos a otro tema que yo ando discutiendo con mi co-blogger y que también está en el artículo. La comparación entre las políticas monetarias de los EEUU y de la UE. Según el autor del artículo, la política monetaria de la FED estuvo bien por expansiva y la del BCE mal por recesiva. Para mí, la de la FED puede haber estado bien por expansiva y la del BCE hizo lo mejor para las Europas. La política monetaria de los últimos años no había sido demasiado restrictiva y muchas economías se recalentaron más allá de lo recomendable, entre ellas la española y la irlandesa, dos de las que más están sufriendo ahora por haberse pasado de rosca.
Pero volvamos a nuestro estimado Leijonhufvud, que no le tiene demasiada simpatía a las metas de inflación ni a la independencia del BCE. Según lo que repasamos por acá, la economía moderna es cada vez más wickselliana, gracias a las famosas innovaciones financieras, y eso hace bastante difícil para el Banco Central acertar con la tasa natural de interés, la que mantiene a la economía sin inflación pero creciendo. Lo que también decía Leijonhufvud en ese artículo era que al Banco le puede parecer que no hay inflación y por eso baja la tasa, sin darse cuenta que al mismo tiempo está creando burbujas en otros mercados, pero no decía nada sobre el caso contrario, una tasa más alta que la natural. Por eso, me parece que el sueco se refería en primer lugar a lo que pasó en los EE.UU, donde ahora se culpa a las bajas tasas de interés greenspanianas del descalabro actual.
Pero entonces, la política monetaria un poquito restrictiva del BCE que le da más importancia a la inflación que al crecimiento ¿no estaría haciéndole caso a Leijonhufvud y evitando burbujas en el futuro?
El artículo dice que la política monetaria del BCE es "fundamentalista", una palabra que ya hemos usado anteriormente en este blog para referirnos a lo mismo. El argumento es un poco el mismo que el de El del 0,33% que dice que el BCE mantuvo las tasas demasiado altas demasiado tiempo, pero este señor dice además que eso alimentó la recesión más de lo necesario.
Que a esta señora le encanta el fundamentalismo monetario no debe ser ninguna novedad para nadie a esta altura. Yo me hice grande en una Argentina hiperinflacionaria y odio la inflación. Así que me gusta bastante un banco central que se encargue de resguardar el valor de la moneda y listo. Pero además, en las Europas, eso fue una decisión política y refrendada por todos los países. La independencia del BCE y la tarea de encargarse específicamente de la inflación está escrita, y bien escrita, en el Tratado de la Unión Europea. El banco debe encargarse de mantener la inflación alrededor del 2% anual y después, si le queda margen, ocuparse del nivel de actividad. Punto. Si no lo hace, el Parlamento Europeo, que es el órgano que lo controla, lo reta.
Del nivel de actividad no se encarga la política monetaria, se encargan la política fiscal, si hay espacio, y especialmente las políticas estructurales.
Ahora, volvamos específicamente a la situación actual. Luis Palma Cané parece olvidarse del gran dilema en el que se encontraba el BCE en el 2008. Inflación alta con bajo crecimiento. En el mes de julio la inflación era del 4% anual. Es posible que a un señor argentino 4% le parezca una risa, pero en las Europas se la toman bastante a la tremenda. La inflación tiene efectos graves sobre la pobreza, y la inflación del último período era una especialmente regresiva. Le pegó fuertísimo al ingreso de los más pobres que son los que más gastan en alimentos y energía, y el golpe se vio más claro en los países más pobres, Bulgaria, Rumania y los Bálticos, donde los alimentos también tienen un mayor peso en la canasta. Así que mantener la inflación baja no parece malo por ese lado. La filosofía detrás de la independencia del BCE no es, como mucha gente parece creer, imponerle a la gente las decisiones de un grupo de tecnócratas insensibles sometidos a los dictados del mercado financiero. La filosofía es mantener el poder adquisitivo de la gente y contribuir al crecimiento económico con una moneda estable. La inflación no es buena para el crecimiento ni para el empleo, señores, a ver si lo reconocemos de una vez.
Vayamos a otro tema que yo ando discutiendo con mi co-blogger y que también está en el artículo. La comparación entre las políticas monetarias de los EEUU y de la UE. Según el autor del artículo, la política monetaria de la FED estuvo bien por expansiva y la del BCE mal por recesiva. Para mí, la de la FED puede haber estado bien por expansiva y la del BCE hizo lo mejor para las Europas. La política monetaria de los últimos años no había sido demasiado restrictiva y muchas economías se recalentaron más allá de lo recomendable, entre ellas la española y la irlandesa, dos de las que más están sufriendo ahora por haberse pasado de rosca.
Pero volvamos a nuestro estimado Leijonhufvud, que no le tiene demasiada simpatía a las metas de inflación ni a la independencia del BCE. Según lo que repasamos por acá, la economía moderna es cada vez más wickselliana, gracias a las famosas innovaciones financieras, y eso hace bastante difícil para el Banco Central acertar con la tasa natural de interés, la que mantiene a la economía sin inflación pero creciendo. Lo que también decía Leijonhufvud en ese artículo era que al Banco le puede parecer que no hay inflación y por eso baja la tasa, sin darse cuenta que al mismo tiempo está creando burbujas en otros mercados, pero no decía nada sobre el caso contrario, una tasa más alta que la natural. Por eso, me parece que el sueco se refería en primer lugar a lo que pasó en los EE.UU, donde ahora se culpa a las bajas tasas de interés greenspanianas del descalabro actual.
Pero entonces, la política monetaria un poquito restrictiva del BCE que le da más importancia a la inflación que al crecimiento ¿no estaría haciéndole caso a Leijonhufvud y evitando burbujas en el futuro?
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jueves, 15 de enero de 2009
Independiente es mejor
Lo lindo del banco central independiente y de las metas de inflación es que es mucho más transparente. La política monetaria es más fácil de entender para todo el mundo y además te das cuenta qué es lo que piensa el banco sobre lo que pasa en el mundo y cuál es el esquema de pensamiento con el que se maneja.
Por ejemplo, hoy el BCE bajó la tasa medio punto hasta 2% y el Nationalbank de Dinamarca lo acompañó, pero bajándola de 3,75% a 3%. Como señal del diagnóstico, no debe haber una más clara. Pero después vienen las explicaciones. El Nationalbank dice nomás que la bajó porque lo hizo el BCE, dando por descontado que siguen la política monetaria del Euro.
El BCE cuenta todito. Que la inflación bajó, que las probabilidades de que los precios de los commodities suban o bajen están bastante equilibradas, que hacia el final del año aparecieron signos de recesión por todos lados y que se espera que siga en los próximos trimestres (¿2?). Además, dice que los factores que ponen en peligro el crecimiento son tres: que los efectos de la crisis financiera sobre la economía real sean más fuertes de lo esperado, que se intensifiquen las presiones proteccionistas en el mundo y que los desequilibrios globales se arreglen desordenadamente.
Y al final, insiste en políticas fiscales que dejen jugar a los estabilizadores automáticos y que, al no poner en riesgo la sostenibilidad de largo plazo, tengan en cuenta los intereses de los jóvenes y las generaciones futuras. Una política fiscal insostenible y poco creíble la hace inefectiva, e inutiliza la posibilidad de estimular la economía usando esa herramienta.
Por ejemplo, hoy el BCE bajó la tasa medio punto hasta 2% y el Nationalbank de Dinamarca lo acompañó, pero bajándola de 3,75% a 3%. Como señal del diagnóstico, no debe haber una más clara. Pero después vienen las explicaciones. El Nationalbank dice nomás que la bajó porque lo hizo el BCE, dando por descontado que siguen la política monetaria del Euro.
El BCE cuenta todito. Que la inflación bajó, que las probabilidades de que los precios de los commodities suban o bajen están bastante equilibradas, que hacia el final del año aparecieron signos de recesión por todos lados y que se espera que siga en los próximos trimestres (¿2?). Además, dice que los factores que ponen en peligro el crecimiento son tres: que los efectos de la crisis financiera sobre la economía real sean más fuertes de lo esperado, que se intensifiquen las presiones proteccionistas en el mundo y que los desequilibrios globales se arreglen desordenadamente.
Y al final, insiste en políticas fiscales que dejen jugar a los estabilizadores automáticos y que, al no poner en riesgo la sostenibilidad de largo plazo, tengan en cuenta los intereses de los jóvenes y las generaciones futuras. Una política fiscal insostenible y poco creíble la hace inefectiva, e inutiliza la posibilidad de estimular la economía usando esa herramienta.
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jueves, 6 de noviembre de 2008
Francés tenía que ser
Un francesito que dice "la política monetaria no sirve a fines políticos" está diciendo cualquier cosa, porque la política monetaria sí sirve a un fin político, que es mantener la inflación baja.
Y cuando después dice "el problema es que el BCE no toma en cuenta la falta de crecimiento de la economía" está diciendo otra tontería. El BCE, tal como se lo impusieron los políticos europeos en conjunto y como se lo exige el Parlamento Europeo cada vez que le hace rendir cuentas, cuida la inflación porque supone – como suponen los políticos – que mantener la inflación baja es su mejor contribución al crecimiento y al empleo.
Y los bancos no van a ser tanto "más restrictivos a la hora de otorgar préstamos" porque los Estados no los bancaron para que se guardaran la plata en un cofre, sino con la condición de que la prestaran y no se restringiera tanto el crédito.
En cuanto al BCE, tarde (?), pero seguro. Si la inflación deja de ser un peligro, entonces nos relajamos.
Y cuando después dice "el problema es que el BCE no toma en cuenta la falta de crecimiento de la economía" está diciendo otra tontería. El BCE, tal como se lo impusieron los políticos europeos en conjunto y como se lo exige el Parlamento Europeo cada vez que le hace rendir cuentas, cuida la inflación porque supone – como suponen los políticos – que mantener la inflación baja es su mejor contribución al crecimiento y al empleo.
Y los bancos no van a ser tanto "más restrictivos a la hora de otorgar préstamos" porque los Estados no los bancaron para que se guardaran la plata en un cofre, sino con la condición de que la prestaran y no se restringiera tanto el crédito.
En cuanto al BCE, tarde (?), pero seguro. Si la inflación deja de ser un peligro, entonces nos relajamos.
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jueves, 3 de julio de 2008
¡Se terminó la recesión!
Al final, aunque yo no creía o no esperaba que lo hiciera, el BCE subió la tasa de referencia. Los bancos centrales estarán llevando una política monetaria laxa, según Calvo, pero el BCE, no, para que quede claro.
Y la justificación de la medida es de lo más interesante. Normalmente, la estructura de la presentación de Trichet en la conferencia de prensa tiene 6 partes: la presentación de la decisión sobre la tasa de referencia, el análisis económico, el análisis monetario, un resumen de los dos, el análisis fiscal y el análisis sobre reformas estructurales. Lo interesante esta vez está en el análisis económico.
Ahí dice que el crecimiento económico en la UE se va a moderar bastante, aunque seguirá siendo positivo y que, pese a que suponen que el crecimiento de la economía mundial se mantiene firme, los riesgos siguen siendo a la baja, debido en parte a que la situación financiera todavía no es del todo estable, a que podría haber desequilibrios globales y a la pérdida de poder adquisitivo causada por los precios de los alimentos y los combustibles. Pero.
Los riesgos al alza de la inflación son todavía mayores, el último dato de Eurostat es un escandaloso 4% anual, donde pesan sobre todo los aumentos en los precios del petróleo y los bienes primarios. Y eso es demasiado por encima de la meta del 2% que se fijó el BCE y nada consistente con la estabilidad de precios. Además, están preocupados no sólo por el comportamiento de formación de precios y salarios que podría estar presionando a través de los famosos efectos de segunda ronda, esta vez generalizados, sino también por posibles aumentos inesperados en los impuestos indirectos y en los precios administrados.
Así que señores, y acá viene lo bueno, hay que aceptar que va a haber una transferencia de ingresos de los países que importan bienes primarios a los países que los exportan causada por el cambio en los precios relativos y que eso exige una modificación en el comportamiento de las empresas y los hogares. Nada de aumentar los precios o indexar salarios por inflación para recomponer ingresos, que hay que evitar la espiral inflacionaria. Acostumbrarse a ser un poco más pobres, caramba. Pero competitivos y con trabajo.
Con semejante moral, casi parece que Trichet hubiera nacido en Oslo, o Estocolmo, y se hace pasar por francés. Qué bárbaro.
(Y a ver, de paso, si aprovechamos un poquito mejor la tal transferencia de ingresos, que justo nos toca).
Y la justificación de la medida es de lo más interesante. Normalmente, la estructura de la presentación de Trichet en la conferencia de prensa tiene 6 partes: la presentación de la decisión sobre la tasa de referencia, el análisis económico, el análisis monetario, un resumen de los dos, el análisis fiscal y el análisis sobre reformas estructurales. Lo interesante esta vez está en el análisis económico.
Ahí dice que el crecimiento económico en la UE se va a moderar bastante, aunque seguirá siendo positivo y que, pese a que suponen que el crecimiento de la economía mundial se mantiene firme, los riesgos siguen siendo a la baja, debido en parte a que la situación financiera todavía no es del todo estable, a que podría haber desequilibrios globales y a la pérdida de poder adquisitivo causada por los precios de los alimentos y los combustibles. Pero.
Los riesgos al alza de la inflación son todavía mayores, el último dato de Eurostat es un escandaloso 4% anual, donde pesan sobre todo los aumentos en los precios del petróleo y los bienes primarios. Y eso es demasiado por encima de la meta del 2% que se fijó el BCE y nada consistente con la estabilidad de precios. Además, están preocupados no sólo por el comportamiento de formación de precios y salarios que podría estar presionando a través de los famosos efectos de segunda ronda, esta vez generalizados, sino también por posibles aumentos inesperados en los impuestos indirectos y en los precios administrados.
Así que señores, y acá viene lo bueno, hay que aceptar que va a haber una transferencia de ingresos de los países que importan bienes primarios a los países que los exportan causada por el cambio en los precios relativos y que eso exige una modificación en el comportamiento de las empresas y los hogares. Nada de aumentar los precios o indexar salarios por inflación para recomponer ingresos, que hay que evitar la espiral inflacionaria. Acostumbrarse a ser un poco más pobres, caramba. Pero competitivos y con trabajo.
Con semejante moral, casi parece que Trichet hubiera nacido en Oslo, o Estocolmo, y se hace pasar por francés. Qué bárbaro.
(Y a ver, de paso, si aprovechamos un poquito mejor la tal transferencia de ingresos, que justo nos toca).
viernes, 20 de junio de 2008
Subí la tasa, che
...o sino la inflación se te dispara!
Calvo aconseja a Bernanke. Supongo que Bernanke entenderá lo que quiso decir, porque a mí me costó un poco. A ver si ayudan, sobre todo en el último párrafo, que dice:
"But there is probably room for an effective anti-inflationary battle. This will likely call for a sharp rise in interest rates and will enhance the risk of deepening recession, particularly if financial vulnerabilities have not been resolved. Thus, policymakers should seriously start worrying about inflation and stop chasing imaginary destabilising speculators."
¿Dice que hay espacio para combatir la inflación aumentando el riesgo de profundizar la recesión o nomás está mal redactado? ¿El "This" de la segunda oración es la inflación o la batalla anti-inflacionaria?
Update: Krugman le contesta a Calvo.
(A propósito, en Vox-EU lo presentan como "one of the world’s leading macroeconomists", Krugman dice "Guillermo Calvo is one of my favorite economists" ¿No es Calvo lo más cercano que tiene Argentina a un Premio Nobel?)
Calvo aconseja a Bernanke. Supongo que Bernanke entenderá lo que quiso decir, porque a mí me costó un poco. A ver si ayudan, sobre todo en el último párrafo, que dice:
"But there is probably room for an effective anti-inflationary battle. This will likely call for a sharp rise in interest rates and will enhance the risk of deepening recession, particularly if financial vulnerabilities have not been resolved. Thus, policymakers should seriously start worrying about inflation and stop chasing imaginary destabilising speculators."
¿Dice que hay espacio para combatir la inflación aumentando el riesgo de profundizar la recesión o nomás está mal redactado? ¿El "This" de la segunda oración es la inflación o la batalla anti-inflacionaria?
Update: Krugman le contesta a Calvo.
(A propósito, en Vox-EU lo presentan como "one of the world’s leading macroeconomists", Krugman dice "Guillermo Calvo is one of my favorite economists" ¿No es Calvo lo más cercano que tiene Argentina a un Premio Nobel?)
miércoles, 14 de mayo de 2008
Dos historias

A Stiglitz no le gustan y a Leijonhufvud, tampoco, casi con la misma historia detrás. A Timothy Besley, sí, y nos cuenta dos o tres historias posibles.
A mí me gustan para Europa, pero para Argentina, todavía no estoy demasiado segura.
domingo, 4 de mayo de 2008
Europa, Europa
Empezó a bajar la inflación en Europa. Si la tendencia se confirma, posiblemente se estén por dar vuelta algunas tortillas, también para la Argentina. El desagregado se publica en 10 días.
Mientras tanto, pareciera que lo peor del temporal ya va pasando. Y resultaría que los bancos centrales de las dos economías más grandes del mundo se repartieron el trabajo con bastante éxito. Uno, un poco irresponsablemente, privilegió el crecimiento a costa de más inflación y una pérdida de valor de su moneda. El otro, a cara de perro, mantuvo la inflación a raya, poniendo apenas en riesgo el crecimiento, pero confiando en que la fortaleza del mercado de trabajo, la disciplina de los actores sociales y los efectos de las reformas estructurales cuidarían que esos riesgos no se potencien.
A mí me da la impresión, porque me gustaría creerlo, que todo termina con una pérdida de peso relativo de las dos con respecto al resto del mundo.
¿Habrán conseguido que todo sea un poco más sostenible?
Mientras tanto, pareciera que lo peor del temporal ya va pasando. Y resultaría que los bancos centrales de las dos economías más grandes del mundo se repartieron el trabajo con bastante éxito. Uno, un poco irresponsablemente, privilegió el crecimiento a costa de más inflación y una pérdida de valor de su moneda. El otro, a cara de perro, mantuvo la inflación a raya, poniendo apenas en riesgo el crecimiento, pero confiando en que la fortaleza del mercado de trabajo, la disciplina de los actores sociales y los efectos de las reformas estructurales cuidarían que esos riesgos no se potencien.
A mí me da la impresión, porque me gustaría creerlo, que todo termina con una pérdida de peso relativo de las dos con respecto al resto del mundo.
¿Habrán conseguido que todo sea un poco más sostenible?
lunes, 28 de abril de 2008
Dopaminas forzadas
Voy a confesar la razón de mi amargura con este gobierno, porque sino parezco una protestona recalcitrante.
Si bien es más fácil decirlo que hacerlo, la situación en la que el país está ahora se podría haber evitado con un buen manejo del ciclo económico, lo que suele ser el objetivo de las políticas económicas. La idea es evitar las fluctuaciones exageradas a fin de potenciar el crecimiento de largo plazo. En el caso actual, da toda la impresión que la economía lleva por lo menos dos años creciendo por encima de su potencial, que el potencial no aumenta, porque para eso tiene que mejorar la oferta de factores – capital y trabajo – y la infraestructura, y que cuando uno sigue dándole impulso, sea este monetario o fiscal, a una economía que crece por encima de su potencial, se recalienta. Los signos de una economía recalentada son los cuellos de botella y, claro, las presiones inflacionarias. Eso pasa porque se está consumiendo, invirtiendo, exportando, o todo eso junto, bastante por encima de la capacidad de producción o, lo que es lo mismo, porque la oferta global de la economía es inferior a la demanda. Si la inflación se sale de cauce, el resultado final es que la economía se termina frenando a la fuerza, se produce una recesión, aumenta el desempleo y nos encontramos en el medio de todas las miserias. Es lo que los economistas llamamos la resaca del recalentamiento.
Aunque alguna gente se niegue a reconocerlo, la ley de la oferta y la demanda se sigue cumpliendo pese a todo. En el mercado de bienes, si en la economía se demandan más bienes de los que ésta está en condiciones de producir, suben los precios. En el mercado de trabajo, si la economía demanda más trabajadores de los que hay, los salarios tienden a subir. Así que analicemos lo que pasa en cada uno de los dos mercados.
En el mercado de bienes, cuando suben los precios, los empresarios tienen un incentivo para invertir y aumentar su producción, a no ser que exista alguna distorsión que los desincentive. Desincentivos para invertir no es justamente lo que suele faltar en Argentina. La historia, nomás, ya es un desincentivo suficiente. Agregarle gritos, controles de precios, impuestos desorbitados y malos tratos no lo arregla. Si los empresarios no invierten, aumentan las presiones inflacionarias, porque al no aumentar la producción, la oferta de bienes no alcanza a satisfacer la demanda. En una economía abierta, aumentaría la importación de bienes, lo que después de un cierto período de tiempo terminaría deteriorando la cuenta corriente, lo que no queremos, porque Argentina para crecer necesita exportar más de lo que importa. Y como necesita exportar más de lo que importa, y al mismo tiempo los argentinos también tienen que vivir, necesita producir más.
Por el lado del mercado de trabajo, pasa más o menos lo mismo. Cuando aumenta la demanda de trabajo y hay recursos ociosos porque hay desempleo, aumenta el empleo y ya está. En cuanto no hay más gente desempleada, el salario empieza a aumentar. Cierto, en Argentina todavía hay un montón de gente sin trabajo, pero hay una enorme masa de gente que no está en condiciones de ingresar a ningún mercado de trabajo porque ni siquiera tienen las calificaciones mínimas necesarias para participar en un mercado de trabajo moderno. La única forma de solucionar eso es a través de la educación y la formación. Un país que lleva años desinvirtiendo en eso, no puede esperar ningún milagro. La tasa natural de desempleo en Argentina es altísima por culpa de la falta de educación de la gente y el desajuste consiguiente entre la oferta y la demanda de trabajo. Si el desempleo está por debajo de esa "tasa natural", la economía alcanza el pleno empleo mucho antes de alcanzarlo en realidad, las presiones salariales aumentan y con ellas la inflación. No hace falta crecer a marchas forzadas para disminuir el desempleo, porque sin más educación va a haber pobres sin trabajo de aquí hasta el fin de la historia.
Lo normal si uno quiere seguir creciendo sin que la economía se recaliente es intentar aumentar el crecimiento potencial, que es lo mismo que decir la capacidad de crecer, de la economía, lo que se hace de dos formas a) educando a la gente para que aumente la oferta de trabajo calificado y b) incentivando la inversión. Si uno intenta hacerla crecer a la fuerza, al final, explota.
Eso es lo que no entiende Kirchner y sí entendía Lousteau (y Lavagna, y Miceli, y Peirano, y Prat-Gay, y Kiguel, y Bein, y Lo Vuolo, y Lozano, y Altamira, y Lindahl, y yo….). Forzar un recalentamiento es de locos.
A ver si ahora lo termina entendiendo Musgrave, también, y se me deja de hablar de enfriamiento como si fuera una mala palabra. Al final, una economía recalentada se enfría sola, a la fuerza, y la resaca del día después suele ser de lo más fea. Igual, yo me temo que a esta altura ya sea tarde para evitarla. Pero, bueno, la verdad es que soy demasiado sensible a los alcoholes, sobre todo cuando mezclo.
Si bien es más fácil decirlo que hacerlo, la situación en la que el país está ahora se podría haber evitado con un buen manejo del ciclo económico, lo que suele ser el objetivo de las políticas económicas. La idea es evitar las fluctuaciones exageradas a fin de potenciar el crecimiento de largo plazo. En el caso actual, da toda la impresión que la economía lleva por lo menos dos años creciendo por encima de su potencial, que el potencial no aumenta, porque para eso tiene que mejorar la oferta de factores – capital y trabajo – y la infraestructura, y que cuando uno sigue dándole impulso, sea este monetario o fiscal, a una economía que crece por encima de su potencial, se recalienta. Los signos de una economía recalentada son los cuellos de botella y, claro, las presiones inflacionarias. Eso pasa porque se está consumiendo, invirtiendo, exportando, o todo eso junto, bastante por encima de la capacidad de producción o, lo que es lo mismo, porque la oferta global de la economía es inferior a la demanda. Si la inflación se sale de cauce, el resultado final es que la economía se termina frenando a la fuerza, se produce una recesión, aumenta el desempleo y nos encontramos en el medio de todas las miserias. Es lo que los economistas llamamos la resaca del recalentamiento.
Aunque alguna gente se niegue a reconocerlo, la ley de la oferta y la demanda se sigue cumpliendo pese a todo. En el mercado de bienes, si en la economía se demandan más bienes de los que ésta está en condiciones de producir, suben los precios. En el mercado de trabajo, si la economía demanda más trabajadores de los que hay, los salarios tienden a subir. Así que analicemos lo que pasa en cada uno de los dos mercados.
En el mercado de bienes, cuando suben los precios, los empresarios tienen un incentivo para invertir y aumentar su producción, a no ser que exista alguna distorsión que los desincentive. Desincentivos para invertir no es justamente lo que suele faltar en Argentina. La historia, nomás, ya es un desincentivo suficiente. Agregarle gritos, controles de precios, impuestos desorbitados y malos tratos no lo arregla. Si los empresarios no invierten, aumentan las presiones inflacionarias, porque al no aumentar la producción, la oferta de bienes no alcanza a satisfacer la demanda. En una economía abierta, aumentaría la importación de bienes, lo que después de un cierto período de tiempo terminaría deteriorando la cuenta corriente, lo que no queremos, porque Argentina para crecer necesita exportar más de lo que importa. Y como necesita exportar más de lo que importa, y al mismo tiempo los argentinos también tienen que vivir, necesita producir más.
Por el lado del mercado de trabajo, pasa más o menos lo mismo. Cuando aumenta la demanda de trabajo y hay recursos ociosos porque hay desempleo, aumenta el empleo y ya está. En cuanto no hay más gente desempleada, el salario empieza a aumentar. Cierto, en Argentina todavía hay un montón de gente sin trabajo, pero hay una enorme masa de gente que no está en condiciones de ingresar a ningún mercado de trabajo porque ni siquiera tienen las calificaciones mínimas necesarias para participar en un mercado de trabajo moderno. La única forma de solucionar eso es a través de la educación y la formación. Un país que lleva años desinvirtiendo en eso, no puede esperar ningún milagro. La tasa natural de desempleo en Argentina es altísima por culpa de la falta de educación de la gente y el desajuste consiguiente entre la oferta y la demanda de trabajo. Si el desempleo está por debajo de esa "tasa natural", la economía alcanza el pleno empleo mucho antes de alcanzarlo en realidad, las presiones salariales aumentan y con ellas la inflación. No hace falta crecer a marchas forzadas para disminuir el desempleo, porque sin más educación va a haber pobres sin trabajo de aquí hasta el fin de la historia.
Lo normal si uno quiere seguir creciendo sin que la economía se recaliente es intentar aumentar el crecimiento potencial, que es lo mismo que decir la capacidad de crecer, de la economía, lo que se hace de dos formas a) educando a la gente para que aumente la oferta de trabajo calificado y b) incentivando la inversión. Si uno intenta hacerla crecer a la fuerza, al final, explota.
Eso es lo que no entiende Kirchner y sí entendía Lousteau (y Lavagna, y Miceli, y Peirano, y Prat-Gay, y Kiguel, y Bein, y Lo Vuolo, y Lozano, y Altamira, y Lindahl, y yo….). Forzar un recalentamiento es de locos.
A ver si ahora lo termina entendiendo Musgrave, también, y se me deja de hablar de enfriamiento como si fuera una mala palabra. Al final, una economía recalentada se enfría sola, a la fuerza, y la resaca del día después suele ser de lo más fea. Igual, yo me temo que a esta altura ya sea tarde para evitarla. Pero, bueno, la verdad es que soy demasiado sensible a los alcoholes, sobre todo cuando mezclo.
martes, 19 de febrero de 2008
Algo galopa en Dinamarca…
... y son los precios de los alimentos.
Alimentarse en Dinamarca es más caro que en el resto de Europa y se hace más caro a mayor ritmo. La inflación en alimentos es la más alta de la UE, una vez que quitamos a las economías del Europa del Este, donde hay un efecto catch-up, y sigue siendo alta a medida que se van pelando las capas de la cebolla; mejor nivel de ingresos, nivel de precios inicial más alto, impuestos indirectos más altos, una economía en lo alto del ciclo.

Así, mientras el nivel general de precios aumentaba a un ritmo del 2,4% anual en diciembre, menor al 3,2% del de la EU, los alimentos subían al 6,8% cuando lo hacían apenas al 5,7% en la EU.
¿La causa? Según el Ministerio de Finanzas, posiblemente sea la falta de competencia en el sector. Pero el Ministerio no sabe si viene del lado de los productores, los mayoristas o los minoristas, porque en alimentos, todo está concentrado en Dinamarca. Lo que es bastante lógico en una economía pequeña que se caracteriza por producir alimentos con una productividad que asusta. La primera cadena de supermercados tiene el 50% del mercado y casi toda la producción láctea está en manos de la empresa europea más grande del sector.
En todo caso, la Autoridad Danesa de la Competencia se está encargando del tema y dice que un danés promedio se podría ahorrar más de 10 mil coronas al año (unos 1300 euros) si la competencia en Dinamarca fuera tan fuerte como en otros lados. Además, la inflación alimentaria le va a dar un sacudón a los presupuestos municipales, que tienen a cargo las escuelas, los hospitales, las guarderías y los hogares para ancianos.
Dos detalles:
– La frase en la página de inicio del ente de defensa de la competencia danés.
– Arla Foods también tiene un pie en Argentina. ¿Más competencia en la industria lechera?
Alimentarse en Dinamarca es más caro que en el resto de Europa y se hace más caro a mayor ritmo. La inflación en alimentos es la más alta de la UE, una vez que quitamos a las economías del Europa del Este, donde hay un efecto catch-up, y sigue siendo alta a medida que se van pelando las capas de la cebolla; mejor nivel de ingresos, nivel de precios inicial más alto, impuestos indirectos más altos, una economía en lo alto del ciclo.
Así, mientras el nivel general de precios aumentaba a un ritmo del 2,4% anual en diciembre, menor al 3,2% del de la EU, los alimentos subían al 6,8% cuando lo hacían apenas al 5,7% en la EU.
¿La causa? Según el Ministerio de Finanzas, posiblemente sea la falta de competencia en el sector. Pero el Ministerio no sabe si viene del lado de los productores, los mayoristas o los minoristas, porque en alimentos, todo está concentrado en Dinamarca. Lo que es bastante lógico en una economía pequeña que se caracteriza por producir alimentos con una productividad que asusta. La primera cadena de supermercados tiene el 50% del mercado y casi toda la producción láctea está en manos de la empresa europea más grande del sector.
En todo caso, la Autoridad Danesa de la Competencia se está encargando del tema y dice que un danés promedio se podría ahorrar más de 10 mil coronas al año (unos 1300 euros) si la competencia en Dinamarca fuera tan fuerte como en otros lados. Además, la inflación alimentaria le va a dar un sacudón a los presupuestos municipales, que tienen a cargo las escuelas, los hospitales, las guarderías y los hogares para ancianos.
Dos detalles:
– La frase en la página de inicio del ente de defensa de la competencia danés.
– Arla Foods también tiene un pie en Argentina. ¿Más competencia en la industria lechera?
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jueves, 17 de enero de 2008
Inflación alemana
Entre los idiomas que no sé leer pero me gustaría está el alemán. Pero como en mi casa hay división del trabajo por ventajas comparativas, todos salimos ganando.
Así, mi marido me muestra un artículo donde cuentan que la inflación alemana se está pareciendo a la de algunos países latinoamericanos.
Lo que los alemanes llaman Preisexplosion en realidad es bastante moderado, 3,1% aumentó en el 2007 el equivalente al IPC local. Pero el aumento en los derivados de cereales, oleaginosas y lácteos supera los límites de la imaginación de cualquier alemán nacido en la posguerra. Inflación de 3 dígitos en la harina común se parece bastante a una hiperinflación. Igual son bastante exagerados, tan grave no es tener la inflación más alta de los últimos 13 años.
Y mucho menos cuando nada los obliga a adivinarla.
Así, mi marido me muestra un artículo donde cuentan que la inflación alemana se está pareciendo a la de algunos países latinoamericanos.
Lo que los alemanes llaman Preisexplosion en realidad es bastante moderado, 3,1% aumentó en el 2007 el equivalente al IPC local. Pero el aumento en los derivados de cereales, oleaginosas y lácteos supera los límites de la imaginación de cualquier alemán nacido en la posguerra. Inflación de 3 dígitos en la harina común se parece bastante a una hiperinflación. Igual son bastante exagerados, tan grave no es tener la inflación más alta de los últimos 13 años.
Y mucho menos cuando nada los obliga a adivinarla.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
IPC GBA, Inflaciones provinciales y tarifas eléctricas
Estaba leyendo este post de Rollo y me acordé de este seminario que organizó FIEL.
Miren este gráfico.

La parte de arriba se la robé a Rollo, esta en el post linkeado más arriba. La parte de abajo es parte de un ejercicio muy interesante que presentó Walter Cont en el seminario.
El mapa muestra los aumentos de tarifas electricas en cada una de las provincias.
De las 5 provincias que Rollo muestra como ejemplo de calculo de IPC independiente y que arrojan valores superiores al 30%, 4 de ellas tuvieron incrementos de tarifas electricas que van del 12% en La Pampa hasta mas del 40% en Neuquen.
En la canasta del IPC, los servicios de agua, gas, electricidad y combustibles pesan un 10%, es decir un 10% de aumento pega un 10% en el IPC.
En este blog si en algo estamos los tres de acuerdo es que lo del INDEC es un disparate y debe ser solucionado cuanto antes.
Pero me parece que hay que tener cuidado cuando se dice que la inflación real ya supera el 25%.
Miren este gráfico.

La parte de arriba se la robé a Rollo, esta en el post linkeado más arriba. La parte de abajo es parte de un ejercicio muy interesante que presentó Walter Cont en el seminario.
El mapa muestra los aumentos de tarifas electricas en cada una de las provincias.
De las 5 provincias que Rollo muestra como ejemplo de calculo de IPC independiente y que arrojan valores superiores al 30%, 4 de ellas tuvieron incrementos de tarifas electricas que van del 12% en La Pampa hasta mas del 40% en Neuquen.
En la canasta del IPC, los servicios de agua, gas, electricidad y combustibles pesan un 10%, es decir un 10% de aumento pega un 10% en el IPC.
En este blog si en algo estamos los tres de acuerdo es que lo del INDEC es un disparate y debe ser solucionado cuanto antes.
Pero me parece que hay que tener cuidado cuando se dice que la inflación real ya supera el 25%.
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jueves, 22 de noviembre de 2007
Pactar para el futuro
Cuando en 1977, los españoles hicieron sus Pactos de la Moncloa, la situación en España era en algunos sentidos mejor y en otros peor que la argentina 30 años después.
Mejores eran, seguramente, el nivel y la distribución del ingreso, y también el nivel de pobreza. Posiblemente, también el mercado de trabajo estuviera en mejores condiciones que el argentino, pese a que el desempleo era más alto y que el mercado de trabajo español nunca fue como para andar festejando. Argentina tiene justo ahora una tasa de desempleo relativamente baja, pero una proporción demasiado alta de la población en edad de trabajar que ni siquiera participa y un mercado de trabajo segmentado que deja desprotegida a mucha gente.
Peor era el caso de los balances fiscales y externos y, si hacemos caso a las estadísticas oficiales, la inflación. Estas diferencias, sin embargo, penden de un hilo. El equilibrio de los balances -los alabados, y con razón, superávit gemelos- es bastante frágil y puede en Argentina cambiar de signo en poco tiempo si se mantiene el status quo. Con respecto a la inflación, si las estadísticas oficiales no son ciertas y las estimaciones oficiosas sí lo son, anda más o menos por lo mismo.
El caso es que el proceso de desarrollo económico de España, que comenzó a principios de los sesenta, era el típico proceso de stop and go. Períodos de crecimiento acelerado que hacían crisis por el lado externo y por el lado de la inflación. Una devaluación o dos para mejorar el equilibrio del sector externo y la competitividad, a los que después de un tiempo más o menos prudencial se terminaba comiendo la inflación. Se reconoce esto ¿no?
El modelo se sostenía por tres cosas, la inversión externa, las remesas de los emigrantes españoles a los países centrales de Europa y los ingresos por turismo. Todo se apoyaba en el nivel relativamente bajo de los salarios españoles en relación a la capacitación de su mano de obra y el boom de toda la economía europea en los '60. Con las crisis del petróleo del '73 y el '79 aparecen los problemas, las inversiones extranjeras caen por la crisis y porque las ventajas comparativas españolas ya no son tan pronunciadas, los emigrantes vuelven o dejan de mandar plata, el turismo se enfría. Todo empeorado encima porque en la primera crisis los gobiernos siguieron la política del avestruz y subsidiaron el consumo de petróleo en lugar de sincerar los precios.
¿Resultado? La estanflación del '77. Alta inflación y desempleo. Nada raro por esos años, por otra parte, y un fenómeno que los argentinos conocemos bastante bien, también.
La solución fueron los Pactos de la Moncloa. Los Pactos no solucionaron todo, no, pero a partir de ese momento se instauró en la sociedad española un nuevo sistema de negociación entre los sectores que permitió salir del círculo vicioso de la puja distributiva. Y además de unas políticas monetaria y fiscal responsables, incluía una reforma tributaria que consiguió que los españoles empezaran a pagar impuestos.
El caballito de batalla de la nueva presidente durante la campaña electoral fue el Pacto Social, y reconozco que algo así suena a música en mis oídos. Desde que leí por primera vez sobre los Pactos de la Moncloa hace más de quince años que me vengo diciendo que algo así habría que hacer en Argentina. Pero cuando se leen por aquí y por allá diferentes interpretaciones de lo que se define como Pacto Social a uno se le va el alma a los pies. Que los sindicalistas pidan aumentos del 30% y sin prometer que van a respetar los acuerdos, que los empresarios no estén dispuestos a ceder nada y que el gobierno manipule o esconda la inflación no son las mejores perspectivas para pactar nada.
Un verdadero Pacto Social incluye acuerdos de mediano plazo que se respeten y que estén basados en información confiable, implica que todas las partes están dispuestas a ceder en algo, implica descubrir nuevas dimensiones en las negociaciones que permitan salir del simple enfoque en precios y salarios y, sobre todo, implica encontrar nuevas alternativas que permitan ingresar en el mercado de trabajo formal y con seguridad social a todos los excluidos.
Y además, requiere un Pacto Fiscal, una reforma tributaria en serio que aumente el peso en la recaudación de los impuestos progresivos a los ingresos de las personas, que universalice el pago de impuestos directos, que limpie y ordene el sistema simplificando impuestos y exenciones y que, en general, lo haga más eficiente.
Al Pacto Social hay que darle contenido. Es demasiado importante para que sólo sean palabras útiles en una campaña electoral.
Mejores eran, seguramente, el nivel y la distribución del ingreso, y también el nivel de pobreza. Posiblemente, también el mercado de trabajo estuviera en mejores condiciones que el argentino, pese a que el desempleo era más alto y que el mercado de trabajo español nunca fue como para andar festejando. Argentina tiene justo ahora una tasa de desempleo relativamente baja, pero una proporción demasiado alta de la población en edad de trabajar que ni siquiera participa y un mercado de trabajo segmentado que deja desprotegida a mucha gente.
Peor era el caso de los balances fiscales y externos y, si hacemos caso a las estadísticas oficiales, la inflación. Estas diferencias, sin embargo, penden de un hilo. El equilibrio de los balances -los alabados, y con razón, superávit gemelos- es bastante frágil y puede en Argentina cambiar de signo en poco tiempo si se mantiene el status quo. Con respecto a la inflación, si las estadísticas oficiales no son ciertas y las estimaciones oficiosas sí lo son, anda más o menos por lo mismo.
El caso es que el proceso de desarrollo económico de España, que comenzó a principios de los sesenta, era el típico proceso de stop and go. Períodos de crecimiento acelerado que hacían crisis por el lado externo y por el lado de la inflación. Una devaluación o dos para mejorar el equilibrio del sector externo y la competitividad, a los que después de un tiempo más o menos prudencial se terminaba comiendo la inflación. Se reconoce esto ¿no?
El modelo se sostenía por tres cosas, la inversión externa, las remesas de los emigrantes españoles a los países centrales de Europa y los ingresos por turismo. Todo se apoyaba en el nivel relativamente bajo de los salarios españoles en relación a la capacitación de su mano de obra y el boom de toda la economía europea en los '60. Con las crisis del petróleo del '73 y el '79 aparecen los problemas, las inversiones extranjeras caen por la crisis y porque las ventajas comparativas españolas ya no son tan pronunciadas, los emigrantes vuelven o dejan de mandar plata, el turismo se enfría. Todo empeorado encima porque en la primera crisis los gobiernos siguieron la política del avestruz y subsidiaron el consumo de petróleo en lugar de sincerar los precios.
¿Resultado? La estanflación del '77. Alta inflación y desempleo. Nada raro por esos años, por otra parte, y un fenómeno que los argentinos conocemos bastante bien, también.
La solución fueron los Pactos de la Moncloa. Los Pactos no solucionaron todo, no, pero a partir de ese momento se instauró en la sociedad española un nuevo sistema de negociación entre los sectores que permitió salir del círculo vicioso de la puja distributiva. Y además de unas políticas monetaria y fiscal responsables, incluía una reforma tributaria que consiguió que los españoles empezaran a pagar impuestos.
El caballito de batalla de la nueva presidente durante la campaña electoral fue el Pacto Social, y reconozco que algo así suena a música en mis oídos. Desde que leí por primera vez sobre los Pactos de la Moncloa hace más de quince años que me vengo diciendo que algo así habría que hacer en Argentina. Pero cuando se leen por aquí y por allá diferentes interpretaciones de lo que se define como Pacto Social a uno se le va el alma a los pies. Que los sindicalistas pidan aumentos del 30% y sin prometer que van a respetar los acuerdos, que los empresarios no estén dispuestos a ceder nada y que el gobierno manipule o esconda la inflación no son las mejores perspectivas para pactar nada.
Un verdadero Pacto Social incluye acuerdos de mediano plazo que se respeten y que estén basados en información confiable, implica que todas las partes están dispuestas a ceder en algo, implica descubrir nuevas dimensiones en las negociaciones que permitan salir del simple enfoque en precios y salarios y, sobre todo, implica encontrar nuevas alternativas que permitan ingresar en el mercado de trabajo formal y con seguridad social a todos los excluidos.
Y además, requiere un Pacto Fiscal, una reforma tributaria en serio que aumente el peso en la recaudación de los impuestos progresivos a los ingresos de las personas, que universalice el pago de impuestos directos, que limpie y ordene el sistema simplificando impuestos y exenciones y que, en general, lo haga más eficiente.
Al Pacto Social hay que darle contenido. Es demasiado importante para que sólo sean palabras útiles en una campaña electoral.
martes, 6 de noviembre de 2007
Sueños de estabilidad
De pura casualidad y sin saber que estaba por aparecer entre nuestros lectores un admirador suyo, hace poco estuve leyendo este artículo de Leijonhufvud, una Lectio Magistralis que dio en la Universidad de Trento el 1 de octubre de este año.
En su clase magistral aplica sus talentos de macroeconomista y sus conocimientos de teoría monetaria a la última crisis financiera que conocimos y nos cuenta que en la historia del desarrollo de las instituciones y mercados financieros siempre ha habido un período de prueba y error más o menos largo después de una innovación tecnológica. En esos períodos, mientras se aprende a regular y estabilizar el nuevo sistema, se suelen cometer errores bastante apreciables con enormes pérdidas de bienestar. Leijonhufvud pone entre los ejemplos de errores de este tipo a la crisis argentina del 2001, aunque se equivoca de año y dice que fue en el 2003.
Si bien nos podríamos preguntar cuáles son las alternativas, ya que sin innovaciones financieras o de las otras tampoco habría mejoras en el bienestar, también tenemos que reconocer que a los economistas, mal que nos pese, nos cuesta bastante evaluar exactamente si las pérdidas causadas por los errores de aprendizaje en un nuevo paradigma financiero son mayores o menores a los costos de oportunidad en un contexto en que se disminuye el riesgo gracias a la regulación, pero donde no se explotan los beneficios de las nuevas tecnologías financieras.
En todo caso, en los últimos años han aparecido un sinnúmero de nuevos instrumentos financieros que supuestamente permiten diversificar riesgos y abaratar costos. Pero que también hacen muchísimo más difícil hacer política monetaria en el sentido tradicional, es decir controlando los agregados monetarios. Es por eso que la política de control de la inflación en casi toda Europa se hace siguiendo la estrategia de metas de inflación.
¿Cuál es la idea detrás de esto? Los bancos centrales se fijan una meta de inflación que en el caso del BCE es debajo del 2% pero cerca -tampoco es cuestión de andar coqueteando con la deflación- y entonces ponen todo su equipo de analistas económicos a monitorear lo que pasa en los mercados y ver cuáles son las tendencias subyacentes.
Así, por ejemplo, se dice que la política monetaria del BCE descansa en dos pilares: el análisis económico, que estudia la dinámica de la economía y los posibles efectos de los shocks en los mercados de bienes, servicios y factores, y el análisis monetario, que va siguiendo el comportamiento de los agregados monetarios y de todas las variables financieras para identificar desequilibrios o burbujas en los mercados financieros o en los precios de los activos. Los dos pilares sirven para evaluar si la estabilidad de precios en el medio y largo plazo corre algún riesgo.
Según Leijonhufvud, la evolución financiera de los últimos años lleva a la economía a parecerse más a una economía de crédito puro, de tipo wickselliano dice él, donde la oferta de dinero la determina la demanda. Esa economía se opone a una de tipo ricardiano, donde los bancos centrales monopolizan la emisión monetaria e imponen exigencias de reservas controlando los agregados monetarios a través de la oferta.
En esa economía wickselliana, el stock de dinero y el nivel de precios quedan indeterminados y por eso no se puede hacer política monetaria en el sentido tradicional, aunque el Banco Central todavía tiene un instrumento para manejar la dirección del cambio en el nivel de precios: la tasa de interés.
Por eso el principal instrumento de política monetaria cuando uno sigue una estrategia de metas de inflación, pero no el único, es la tasa de interés. Si el Banco estima que hay presiones inflacionarias, sube la tasa de descuento y la baja cuando estas presiones desaparecen. El problema es que estabilizar los precios, sin embargo, será posible si y sólo si el Banco consigue acertar la tasa correcta, la tasa de interés "natural", difícil según él porque nadie la conoce exactamente, lo que suele pasar con estas tasas naturales.
El banquero central, entonces, ensaya. Si pone la tasa demasiado alta, la economía se enfría demasiado, si la pone demasiado baja, los precios se disparan. Después de un tiempito de probar y equivocarse, al final acertaría. Si no fuera por un leve detalle: las señales se hacen un poco más confusas cuando el resto de los bancos centrales del mundo mantiene sus reservas en tu propia moneda. En consecuencia, la inflación o falta de ella no demuestra demasiado sobre el estado de la economía y mientras tanto se pueden estar creando bombas por el lado de la estabilidad financiera. Y el segundo pilar se hace indispensable.
A mí, después de esto, sólo me queda decir "sólo sé que nada sé". Y esperar que con todo lo que costó la crisis argentina del 2001 por lo menos haya servido para que los sistemas financieros y los economistas aprendan a evitarlas.
En su clase magistral aplica sus talentos de macroeconomista y sus conocimientos de teoría monetaria a la última crisis financiera que conocimos y nos cuenta que en la historia del desarrollo de las instituciones y mercados financieros siempre ha habido un período de prueba y error más o menos largo después de una innovación tecnológica. En esos períodos, mientras se aprende a regular y estabilizar el nuevo sistema, se suelen cometer errores bastante apreciables con enormes pérdidas de bienestar. Leijonhufvud pone entre los ejemplos de errores de este tipo a la crisis argentina del 2001, aunque se equivoca de año y dice que fue en el 2003.
Si bien nos podríamos preguntar cuáles son las alternativas, ya que sin innovaciones financieras o de las otras tampoco habría mejoras en el bienestar, también tenemos que reconocer que a los economistas, mal que nos pese, nos cuesta bastante evaluar exactamente si las pérdidas causadas por los errores de aprendizaje en un nuevo paradigma financiero son mayores o menores a los costos de oportunidad en un contexto en que se disminuye el riesgo gracias a la regulación, pero donde no se explotan los beneficios de las nuevas tecnologías financieras.
En todo caso, en los últimos años han aparecido un sinnúmero de nuevos instrumentos financieros que supuestamente permiten diversificar riesgos y abaratar costos. Pero que también hacen muchísimo más difícil hacer política monetaria en el sentido tradicional, es decir controlando los agregados monetarios. Es por eso que la política de control de la inflación en casi toda Europa se hace siguiendo la estrategia de metas de inflación.
¿Cuál es la idea detrás de esto? Los bancos centrales se fijan una meta de inflación que en el caso del BCE es debajo del 2% pero cerca -tampoco es cuestión de andar coqueteando con la deflación- y entonces ponen todo su equipo de analistas económicos a monitorear lo que pasa en los mercados y ver cuáles son las tendencias subyacentes.
Así, por ejemplo, se dice que la política monetaria del BCE descansa en dos pilares: el análisis económico, que estudia la dinámica de la economía y los posibles efectos de los shocks en los mercados de bienes, servicios y factores, y el análisis monetario, que va siguiendo el comportamiento de los agregados monetarios y de todas las variables financieras para identificar desequilibrios o burbujas en los mercados financieros o en los precios de los activos. Los dos pilares sirven para evaluar si la estabilidad de precios en el medio y largo plazo corre algún riesgo.
Según Leijonhufvud, la evolución financiera de los últimos años lleva a la economía a parecerse más a una economía de crédito puro, de tipo wickselliano dice él, donde la oferta de dinero la determina la demanda. Esa economía se opone a una de tipo ricardiano, donde los bancos centrales monopolizan la emisión monetaria e imponen exigencias de reservas controlando los agregados monetarios a través de la oferta.
En esa economía wickselliana, el stock de dinero y el nivel de precios quedan indeterminados y por eso no se puede hacer política monetaria en el sentido tradicional, aunque el Banco Central todavía tiene un instrumento para manejar la dirección del cambio en el nivel de precios: la tasa de interés.
Por eso el principal instrumento de política monetaria cuando uno sigue una estrategia de metas de inflación, pero no el único, es la tasa de interés. Si el Banco estima que hay presiones inflacionarias, sube la tasa de descuento y la baja cuando estas presiones desaparecen. El problema es que estabilizar los precios, sin embargo, será posible si y sólo si el Banco consigue acertar la tasa correcta, la tasa de interés "natural", difícil según él porque nadie la conoce exactamente, lo que suele pasar con estas tasas naturales.
El banquero central, entonces, ensaya. Si pone la tasa demasiado alta, la economía se enfría demasiado, si la pone demasiado baja, los precios se disparan. Después de un tiempito de probar y equivocarse, al final acertaría. Si no fuera por un leve detalle: las señales se hacen un poco más confusas cuando el resto de los bancos centrales del mundo mantiene sus reservas en tu propia moneda. En consecuencia, la inflación o falta de ella no demuestra demasiado sobre el estado de la economía y mientras tanto se pueden estar creando bombas por el lado de la estabilidad financiera. Y el segundo pilar se hace indispensable.
A mí, después de esto, sólo me queda decir "sólo sé que nada sé". Y esperar que con todo lo que costó la crisis argentina del 2001 por lo menos haya servido para que los sistemas financieros y los economistas aprendan a evitarlas.
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sábado, 13 de octubre de 2007
lunes, 13 de agosto de 2007
Paraleleando
Uno de los grandes logros del Euro es haber conseguido que la inflación en el área del Euro sea una de las más bajas del mundo. La razón detrás de eso es la idea de que una sociedad con preferencias bajas por la inflación delega la política monetaria en un Banco Central conservador e independiente. Así, dicen que al banquero central promedio le gusta mucho menos la inflación que a la gente normal. El BCE, que fue creado a imagen y semejanza del Bundesbank, es, en realidad, aún más conservador e independiente que su predecesor. Y parece ser que eso es necesario para mantener más o menos a raya la inflación en países que ni son iguales ni van siempre al mismo ritmo.
Y yo me pregunto si esta idea no tendría que aplicarse también a la autoridad tributaria.
Y yo me pregunto si esta idea no tendría que aplicarse también a la autoridad tributaria.
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