lunes, 13 de octubre de 2008

Crónica de un Nobel anunciado

Desde hace muchos años, cada vez que llegaba octubre, el nombre de Paul Krugman sonaba entre los candidatos al Premio Nobel de Economía que otorga el Banco Central de Suecia. No faltaban razones para dárselo, en verdad. Krugman se doctoró en MIT en 1977 con apenas 24 años y publicó el artículo seminal de lo que sería su nueva teoría del comercio internacional en el Journal of International Economics en 1979.

Se puede decir que Krugman reinventó la teoría del comercio internacional, levantando los supuestos walrasianos – esto es los supuestos de competencia perfecta, economías constantes a escala e indiferenciación de los productos – que la caracterizaban hasta entonces. Su punto de partida fue la observación que, en los hechos, los flujos del comercio internacional no seguían lo que predecía la teoría vigente hasta el momento, la teoría de las ventajas comparativas desarrollada primero por David Ricardo y más tarde por Heckscher-Ohlin. En ese sentido, se inscribe en la misma línea que otros grandes premiados como Stiglitz, Akerlof y Spence en el 2001 o Hurwicz, Maskin y Myerson el año pasado que levantaron otro de los fuertes supuestos de la economía neoclásica, el de la información perfecta.

La teoría del comercio internacional antes de Krugman era capaz de explicar el comercio inter-industrial, es decir por qué un país exporta carne e importa productos farmacéuticos, pero no explicaba el comercio intra-industrial, o por qué un país exporta e importa teléfonos móviles, computadoras o autos al mismo tiempo, que es lo que pasa en realidad en la mayoría de los países. Ese comercio intra-industrial se explica mejor cuando se introducen rendimientos crecientes, competencia imperfecta y diversidad de gustos de los consumidores. Así, Apple se instala en Irlanda, Microsoft en los EEUU y los consumidores pueden elegir montones de aparatitos distintos. O los franceses pueden elegir comprar autos alemanes o suecos, los alemanes, autos italianos o españoles, los argentinos tomar vino argentino, chileno o uruguayo, los argentinos y los brasileños intercambiar tractores, los suecos y los finlandeses elegir entre Nokia y Sony Ericsson, o lo que sea.

Krugman recibió el premio por "su análisis de los patrones del comercio internacional y la ubicación de la actividad económica", lo que significa que integró la teoría del comercio internacional con la geografía económica. Después de esos aportes a la ciencia que nos ocupa, también contribuyó a la macroeconomía, a la teoría de las finanzas internacionales, a la de las crisis de balanza de pagos, a la explicación de los ciclos económicos y un montón de cosas más, lo que queda ilustrado en la enormidad de artículos y libros publicados en los últimos 30 años.

Pero Krugman no es sólo un brillante teórico, sino además un divulgador excelente al que es un placer leer y releer, ya que escribe de forma clara y accesible para todos los públicos. Además, es un formador de opinión muy comprometido con sus ideas, primero desde sus columnas en el New York Times y desde hace más o menos un año desde su blog en el mismo diario al que llama La Conciencia de un Liberal desde el que critica fuertemente a la administración republicana y que desde que apareció es uno de nuestros blogs de cabecera, no sólo por lo que escribe, sino también, claro, por cómo lo escribe. En ese mismo lugar se puede encontrar a partir de hoy una autobiografía y un artículo sobre su forma de trabajar.

En los últimos años, su nombre había dejado de escucharse entre los de los candidatos con más posibilidades de ganar el premio, posiblemente porque sus grandes aportes fueron hace ya unos cuantos años y porque en el último tiempo se hizo de lo más popular, opinando todo el tiempo y sobre todo. Desde que se desencadenó esta crisis está escribiendo sobre ella a tiempo completo y se supone que fue uno de los pensadores más influyentes en la toma de decisiones de los políticos que están intentando resolverla. Aunque su nombre era una constante en las apuestas, este año resultó un tapado. Anoche yo pensaba que era demasiado poco "fino" como para recibir el Nobel y me sorprendí bastante cuando descubrí no sólo que se lo habían dado a él, sino que además no lo compartía con nadie.

Como además compartimos preferencias políticas y un ideal de sociedad muy parecido, que recibiera el premio esta mañana fue un alegrón que duró todo el día. No hubo economista con el que me cruzara hoy que no estuviera contento, en realidad.

9 comentarios:

Tincho dijo...

Buena biografia Ana. Coincido en que es algo bueno que reciba el Nobel, meritos tiene y muchos.

El del 0.33% dijo...

In August of 1982 I flew home from a conference in Sweden to find a message to call Martin Feldstein. Two weeks later I had arranged for a leave from MIT and was on my way to Washington, to be the chief staffer for international economics at the Council of Economic Advisers.

¡29 años tenia y ya estaba de jefe de asesores!

Tremenda la carrera que tuvo.

Anónimo dijo...

Yo lo sigo en los diarios. A nivel general, creo que una de las lecciones de Krugman utiles para la Argentina hoy es que se puede ser un pensador profundo sin tratar de parecerlo usando un lenguaje con rulos y moños, el caso de Carta Abierta.

Lindahl dijo...

me sumo, ana.

y está bien que no lo haya compartido, porque a Dixit se lo pueden dar por otros trabajos, y Corden y Helpman están un escalón más abajo.

Ana C. dijo...

Un artículo muy lindo en el diario más contento del momento.

Anónimo dijo...

Se reduce todo al último comentario no? En wikipedia hay más información. Falta decir por qué merece el Nobel, además de por pertenecer al mismo club.

Ana C. dijo...

Entonces, leé Wikipedia, Armando, que está bárbara.

Ana C. dijo...

O el artículo de Olivera en Crítica, que también está muy bueno.

Anónimo dijo...

Bien merecido por el, se lo ha ganado.