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Entre 2002 y 2007 la recaudación tributaria pasó de 19,9% del PIB a 29,56% del PIB, es decir, un aumento de casi 10 puntos. En términos porcentuales, la presión tributaria creció exactamente un 48,5%. Para ver qué explica ese aumento, lo mejor de todo es calcular las contribuciones de todos los impuestos a ese aumento porcentual. Es un ejercicio que me parece que sirve para ver qué podría reemplazar este aumento en las retenciones que soliviantó al campo.
La recaudación del 2002 es atípicamente baja, por lo que hubiera sido mucho mejor usar el 2001, pero en el 2001 no había retenciones y este ejercicio perdería mucho de sentido.
En primer lugar, la contribución de los impuestos nacionales fue de 43,6 puntos, mientras que los impuestos provinciales contribuyeron con 4,9 puntos.
A los impuestos provinciales los dejamos ahí y seguimos analizando los impuestos nacionales.
Los impuestos sobre la renta, las utilidades y las ganancias de capital (o ganancias, nomás) contribuyeron con 12,4 puntos, que se desglosan en 2,3 puntos por ganancias a las personas físicas y 10,4 puntos por ganancias a las corporaciones y otras empresas. La diferencia se explica por una contribución negativa (-0,3 puntos) de algo que se llama "A las Ganancias. Beneficiarios del exterior".
Los impuestos a la propiedad contribuyeron con 2,4 puntos.
Y ahora viene lo bueno. Los impuestos internos sobre bienes y servicios contribuyeron con 12,7 puntos. Pero el IVA nomás contribuyó con 14,7. ¿La diferencia? Una contribución negativa de los impuestos selectivos de 2,6 puntos, explicados casi en su totalidad por -2,5 puntos en combustibles y -0,5 puntos en ¡cigarrillos!
¿Cómo puede ser que la contribución al aumento porcentual de la presión tributaria de un impuesto que grava una actividad con externalidades claramente negativas sea negativa?
Mientras tanto, la contribución de la cerveza fue insignificantemente negativa y la de las gaseosas, servicios de telefonía y otros servicios, insignificantemente positiva, pero explican las pequeñas diferencias.
Sigamos con lo bueno. Los impuestos al comercio exterior.
Los impuestos al comercio exterior contribuyeron con 7 puntos al aumento de la presión tributaria. De esos 7 puntos, 2,3 vienen de los impuestos a las importaciones y 4,7 de las retenciones. Durante todo ese tiempo las retenciones se mantuvieron más o menos estables como porcentaje de la recaudación, 8,6%, pero pasaron del 1,6% del PIB al 2,55% del PIB.
Dejamos para el final las contribuciones sociales a las que les tocó contribuir, valga la redundancia, con 8,7 puntos (1,4 los empleados, 5,0 los empleadores y 2,3 puntos los autónomos).
Después de este desglose, para mí queda bastante claro que hay que aumentar rapidito los impuestos a los cigarrillos para que vuelvan a ser el 3% de la recaudación, que parece ser el promedio histórico, en lugar del 1,6% actual. Lo mismo hay que hacer con las bebidas alcohólicas y los combustibles, además de volver las retenciones al nivel de noviembre y mejorar la recaudación del impuesto a las ganancias de las personas físicas, que está aumentando menos que el promedio y representa apenas un 5,4% de la recaudación y 1,59% del PIB, es decir: nada de subir los mínimos no imponibles.
¿Qué ventajas tiene el impuesto a los ingresos de las personas con respecto a las retenciones? Una, que seguro es más progresivo, otra, que sigue al ciclo de la economía argentina y funciona como un estabilizador automático. Las retenciones siguen un ciclo que si tiene que ver algo con el argentino es de pura casualidad.
Así que, Musgrave, si usted quiere tener un gasto como el de los países desarrollados, proponga impuestos como los de los países desarrollados. Si no, seguimos debatiéndonos entre Suecia y Haití.